La Ausencia, la Nada y el Vacío
La muerte de mi gran amiga María
García me provocó una situación de duelo impensada. Aquella mañana de Febrero
cuando en una de mis ocasionales visitas la descubrí asomada a la ventana “comadreando”
con la muerte, fue solamente entonces, ante la inminencia de su partida, cuando
fui capaz de comprender lo que ella y su amado Juanito han significado en mi
vida. Su partida, acaecida cincuenta y cinco días después de aquella visita, largos
días en los que, como tantas otras luchas, intenté a toda costa romper su “huelga
de hambre”, pero su convicción y persistencia nos ganaron la batalla. Hoy a la
ausencia física de mi amiga se suman otras tantas ausencias, que
han generado cambios radicales en nuestras vidas. Cambios que aún no terminamos
de asimilar.
La monotonía, el silencio, la
amplitud de esta casa donde ahora despierto cada día, me son extrañas, y aunque
quiero aparentar que nada pasa, que no hay duelo por el cambio geográfico, la
realidad circundante se empeña, ruda y cotidianamente, en demostrarme que ya nada es lo mismo. Ni siquiera querer aferrarme
a mis perennes y alienantes hábitos:
la computadora, las redes sociales, el blog, los presupuestos financieros, los
inacabados planes estratégicos pretendiendo organizar frágiles estructuras que
permitan administras nuestras reales y metafóricas pobrezas.
Acomodo unas cuantas cosas en
austeros armarios y las ideas nuevas en el
espacio conceptual de mi cerebro... ¡Todo es tan diferente!. Extraigo de las oscuras cavernas de mis
sentidos, amarillentas y borrosas líneas de mis viejos e inéditos poemas... "sostenidas
por la nada pendulan ilusiones...".
Y, ¿qué es la Nada? Me sumerjo en
mi habitual estado de sospecha y me digo a mi misma: quizás la Nada sea Algo.
Sí, debe ser algo, una especie de demonio que nos posee, nos
invade. Invade nuestros sentidos, se hace presente, perceptible, nos atrapa. Todo está lleno de ella. Sé que poco a poco también ella se irá y me dejará el
vacío.
Yo me estoy inventando algunos conjuros para
exorcizar a la Nada. Quizá, de esa manera, ella me devolverá "mi Todo",
esas pequeñas cosas cotidianas que me llenaban, esas
presencias tan queridas, esos tonos de voces tan familiares, esas
manos amigas tan cercanas... esas luchas en la misión, esos rostros en Centroamérica,
esas utopías tan reales.
Acá estoy en un nuevo espacio, en
un mil veces invocado “tiempo favorable”.
Sigo, algo animada, haciendo planes. ·”Déjala ir" fue el conjuro,
la “dabar” que pronuncié ante la muerte de María... Así se creó el Vacío.
Aún hay cosas que extraño de aquellos paisajes
y pasados recientes, pero igual que las
cosas que he traído conmigo, esas cosas que no tengo ahora las voy acomodando,
para que estén siempre presentes en mi
mesa de trabajo, en mi cama, en mi armario o en el bolso
de viaje…
La experiencia de lucha contra lo
adverso, la fuerza de los mártires y el rostro de los empobrecidos... me hacen seguir
adelante, explorando o inventado caminos nuevos.
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