El Día del Medio Ambiente y las Mujeres

Por Maite Menor e. (Núcleo Mujeres y Teologia, Guatemala)

El 5 de Junio, se celebra Día Mundial del Medio Ambiente. Fue establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 15 de diciembre de 1972. Hace treinta y nueve años que se lleva celebrando y parece que no terminamos de darle la importancia que tiene, pese a todos los avisos que los científicos están expresando, junto a las organizaciones ecológicas y sobre todo, a los signos evidentes de desgaste que nuestra madre tierra nos está manifestando. ¿Qué más necesitamos para entender y tomar conciencia de la gravedad a la que nos estamos abocando? Al ser humano, pareciera que le cuesta entender algunas cuestiones trascendentales.
Hace también, treinta y cuatro años, que la Asamblea de las Naciones Unidas impulsó la creación del Día Internacional de la Mujer para, igualmente, ayudar a tomar conciencia de la situación de desprecio y opresión de las mujeres.
Desde que se instauró el patriarcado, la explotación de las mujeres y de la naturaleza ha sido una realidad constante y permanente, el hombre se ha sentido dueño y señor de la Tierra, la ha explotado, dominado, despreciado, degradado, se ha considerado con derecho a todo. De la misma manera ha tratado a las mujeres, explotación, dominación, desprecio, abuso, violación… han sido conductas reiteradas y mantenidas del poder patriarcal, desde hace 5.000 años. Tanto la madre Tierra como las mujeres, a lo largo de estos 5.000 años, han sido objeto de dominación. Dos formas de violencia, que se refuerzan la una a la otra.
A la Tierra se le fuerza a que produzca, si pueden ser dos cosechas mejor que una. A las mujeres se les fuerza, en muchas culturas a que reproduzcan, la reproducción es su función y la razón de su existir. Tierra y mujeres, ambos “vientres benditos”. Tierra y mujeres, subordinadas al varón.
Tierra y mujeres, claman, gritan y ansían la liberación. Tierra y mujeres, buscan vivir relaciones armónicas, saludables y respetuosas. Tierra y mujeres, dos realidades que albergan en lo más profundo de sí mismas, potencialidad, riqueza, fuerza, diversidad… Tierra y mujeres, que exigen justicia, solidaridad, respeto y autonomía, para ser y dar lo mejor de sí mismas.
La madre Tierra nos aporta el sustento, las riquezas que contiene, la diversidad, la belleza, la sabiduría de la naturaleza, la historia que durante toda la evolución la ha ido marcando y configurando. Es el hábitat de las múltiples formas de vida, que constantemente crea y recrea la vida, en su interior, en lo más profundo de ella, hay vida aún por descubrir. Por sus “venas” fluye la savia de la vida. Sin ella no es posible concebir la vida y la existencia y sin embargo, no siempre somos conscientes de que tenemos que tener una relación con ella de respeto, de cuidado, de reconocimiento hacia todo lo que significa en la vida humana.
Algo similar ocurre con las mujeres. Ellas aportan la vida, son generadoras de vida, en sus múltiples formas y facetas. Enriquecen nuestro mundo con otra manera de estar y de ser en el mundo, con otra manera de ver, de sentir, de percibir, de intuir, de relacionarse con los otros y otras. El amor, la generosidad, la solidaridad, la sororidad, son aportes imprescindibles e insustituibles por parte de las mujeres, ello hace que este mundo tenga sabor a hogar para muchos y muchas. Tienen la sabiduría de hacer la vida más agradable y placentera a los seres humanos. Su actitud de cuidado, genera confianza y seguridad.
Realmente necesitamos que esa mitad de la humanidad que está sometida, emerja y tome las riendas para que nuestro mundo pueda encontrar el rumbo que le lleve a la justicia, solidaridad, sororidad, a la resolución de conflictos mediante el diálogo y la negociación, en el que las partes implicadas ganen, y no gane una a costa de la otra. Necesitamos una “democracia radical”, como dice Elisabeth Schüssler Fiorenza, para que las relaciones entre los hombres y mujeres, y entre hombres y medio ambiente, sean de respeto, libertad, autonomía, y donde cada uno y cada una, pueda ser él y ella misma.
El 5 de junio, debiera ser un día sagrado para pensar y repensar la necesidad de valorar el aporte vital que tanto la Tierra como las mujeres, hacen a nuestro mundo. El 5 de junio, día sagrado para agradecer y bendecir la existencia de la Tierra y de las mujeres.

Maite Menor Esteve, coordinadora Nucleo Mujeres y Teología Guatemala


Comentarios

  1. Concepción
    Parabéns pelas reflexões postadas no blog. As ressonâncias são muitas.
    O mundo contemporâneo precisa de mulheres sábias e com humildade inteligente.
    Sucesso em seus trabalhos com as mulheres e em defesa da vida. Abraços, Eliane - Brasil

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  2. Eliane
    Gracias por sus palabras. Segumimos andando, compartiendo nuestros sueños y concreciones enla vida cotidiana.
    Concepcion V- Guatemala

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