Frontera, desierto y periferia

FRONTERA, DESIERTO Y PERIFERIA eran las palabras claves de la lectura cotidiana. Abundantes fueron las reflexiones que por aquellos años y lugares convulsivos nos hicieron caminar profundizando la fe y la entrega apasionada por el Reino.

El desierto se nos proponía, no solamente como espacio de purificación, sino también como una experiencia de fidelidad. Las relaciones familiares en la nicaragua polarizada, se evidenciaban en la relaciones eclesiales, teníamos que caminar por el desierto de las polarizaciones y falta de diálogo, solo podíamos caminar confiados que en ese desierto Dios caminaba con nosotras.
El éxodo que nos había llevado al desierto nos descentró, nos fuimos del centro a la periferia. Era una periferia geográfica y también de sentido.
Veníamos de una vida religiosa instalada en el centro de la gran ciudad con grandes colegios, o grandes obras asistenciales.
La periferia nos atrajo, nos cautivó y despertó nuestro asombro.
Los empobrecidos fueron entonces la zarza que ardía sin consumirse, esa experiencia nos hizo quitarnos las sandalias y a caminar por esas tierras sagradas.

Muchas cosas han sucedido desde entonces, muchos amigos y amigos ofrendaron sus vidas, se nos hizo una densa nube de testigos acompañando el caminar por estas tierras. Ellos, los testigos de la fe, nos han salvado la vida, y como el pájaro de la trampa del cazador, la trampa se rompiò y escapamos.

Y aún seguimos, suena una melodía reciente. Ciertamente aún seguimos tratando de ser fieles al evangelio, pero hay que reconocer que el cansancio, y cierta desazón nos han contaminado, amenazan nuestra esperanza y clarividencia.
En el desierto algunos espejismos nos confunden, no terminamos de diferenciar el centro de la periferia, y acomodados en nuestras casas y comunidades estamos marcando nuestras fronteras, para no obligarnos a ir hacia la Frontera, el Desierto y la Periferia...
Y aún seguimos, ojalá que este seguir sea apasionado y desborde en respuestas discernidas, clara y creativas al servicio del Reino.
Nuevas fronteras se nos proponen, nuevas luchas. Una espiritualidad que supere los nuevos devocionismos vacíos de sentido, que vaya más allá de lo que está de moda, que se las entienda de veras con el reverso de la historia, que camine ligera de equipaje, y sea fiel al Dios de la Vida, ahí donde la vida sigue amenazada.
Comentarios
Publicar un comentario